Friday 20 April 2012

El monarca twittero




Catedral de Toledo. Diciembre 1993.

El monarca twittero
Por Pino Fontelos

            Entre el tiempo transcurrido desde la fotografía tomada al Rey en la catedral de Toledo, y la actualidad, parecen haber sucedido multitud de experiencias en la vida de nuestro Jefe del Estado – y no es este el momento de su enumeración-. Pero la sorpresa agradable había sido descubrir la evolución de un soberano, cuya dedicación parecía establecerse en la tradición, hacia la realización de ocupaciones modernas requeridas por los nuevos tiempos.
Y la mejor expresión de ese ejemplo la hemos encontrado en el comunicado de disculpa emitido al salir del hospital -el pasado dieciocho de abril-, tras una intervención en la cadera derivada del accidente sufrido por la actividad poco edificante de cazar un elefante en África, cuando se sirvió de un sistema similar al utilizado hoy en día por el común de la ciudadanía: los recados breves transmitidos a través de las nuevas tecnologías. Pues tal fue la impresión recibida al interpretar los cuarenta y cinco caracteres dedicados a la proposición real. Cuestión distinta, la tendencia a la involución de toda dinastía, con patente de existencia en sus propios genes.
            Que el corpus del discurso estaba cuidado hasta el más mínimo detalle está fuera de duda, como indica la construcción lingüística de funcionamiento publicitario en la que se fundieron contenido y estructura: tres partes diferenciadas con ligazón en tres mensajes correlativos.
Pasado de negatividad sincera: “Me he equivocado”.
Presente de remarcada presencia y disculpa: “Lo siento mucho”.
Futuro de olvido y superación: “Y no volverá a ocurrir”.
            Acto regio; perfecto; todo arreglado, naturalmente. Al fin y al cabo las monarquías, desde su mismo origen, son entidades de poder expertas en el uso sentimental de la comunicación al dirigirse a sus súbditos. Baste una vuelta por el Museo del Prado y la comprobación del manejo artístico como arma de publicidad y propaganda. Pero acostumbrados a los discursos del rey, no lo estábamos a esta nueva versión twittera.

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