Fotomontaje. Facultad de Ciencias de la Información, Madrid. 21 de mayo de 2012. Photo: Vicente A. Fontelos |
Por Vicente A. Fontelos
El partido fundado por un ministro de la dictadura franquista pretende ‘meter en cintura’ a las personas trabajadoras de España, ahora en paro a su pesar. Los hijos de aquel legado vuelven por sus fueros de apretar las tuercas a los patriotas que durante siglos han sostenido a esta nación.
Ahora, en pleno siglo XXI, los nacidos del privilegio volverán a dar una
lección a los oriundos del sudor en la frente. Si durante la ignominiosa etapa
de cuarenta años, y sin ningún remordimiento, muchos de estos notables se
hicieron con los puestos clave en la estructura del Estado al convertirse en
privilegiados burócratas de un país al que consideraban de su exclusiva
propiedad, por qué iban a manifestar contrición alguna cuando han decidido
expulsar de una maquinaria considerada de uso propio a los verdaderos
funcionarios públicos; o desasosiego en asfixiar a otros empleados hasta lo
insostenible, si ni siquiera han consentido que muchos de esos ciudadanos encontraran
a sus familiares en las fosas franquistas para rescatar su recuerdo y permitirles
descansar en paz.
Pero cuidado. Algunos retoños del constitucionalismo americano como
Thoreau o Emerson, en el siglo XIX, introdujeron en el vocabulario político
nociones como “desobediencia civil” o not
in my name. Y algunos historiadores y teólogos españoles como Francisco de
Vitoria o Juan de Mariana, en el siglo XVI, se colocaron a la vanguardia de los
derechos de las personas. En su obra De
rege et regis institutione, el talaverano estableció que los gobiernos y
los reyes existen en función de la sociedad humana, y no al contrario; y formuló
una teoría coherente y lúcida al justificar el tiranicidio. Sin llegar a ese
extremo, la obtención de una mayoría parlamentaria, en un sistema político de
democracia representativa, no recubre a estos representantes de un ilimitado
poder para cometer injusticias con el pueblo soberano.