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Thursday, 17 April 2014

Carta abierta al vicepresidente de FAPE


El vicepresidente del gobierno de España, Alfonso Guerra, en la clausura de las jornadas dedicadas a Julián Besteiro, el 20 de dicembre de 1990, en Toledo. Foto y montaje: Pino Fontelos

                                                               
 
Carta abierta al vicepresidente de la FAPE, Aurelio Martín.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) está a favor de la inclusión de sus miembros asociados, aunque no cumplan los requisitos de titulación, en el futuro Colegio Profesional de Periodistas de Castilla-La Mancha (BOCCLM núm. 142/31-03-2014).

 
Los estudios en Comunicación no se instituyeron para crear barreras entre los futuros compañeros de profesión, sino para garantizar la asimilación de unos saberes que aspiraran al cientificismo, así como una ética y deontología que acompañase a los mismos. Las asociaciones de periodistas deben velar por esas cualidades, pero la inculcación de la epistemología de la disciplina pertenece al ámbito formativo universitario, al igual que en cualquier otra materia científica cultivada. Y por supuesto, menos aún, es obligación de una organización periodística de tipo civil, la de implantar por obligación normas de conocimientos o éticas en un profesión, pues en el fondo ese compromiso pertenece plenamente al ámbito privado de los profesionales formados adecuadamente.

Los estudios de Periodismo existen en EE.UU. desde principios del siglo XX. Walter Lippmann hablaba entonces de las carestías académicas en una actividad tenida hasta entonces como oficio (actitud aún mantenida por organizaciones informativas de España), y de la necesidad de dotar con contenido científico las disciplinas del Periodismo y la Comunicación, pues el espíritu científico se situaría entonces frente a la experiencia del «colmillo retorcido». Y es que le resultaba paradójica la falta de unas normas unificadas de verificación de datos establecidas para la profesión, de la misma manera en que estaban dotadas otras especialidades, ya fueran del mundo judicial o científico.[1]

Casi cien años después, dos autores contemporáneos, Kovach y Rosenstiel, inciden en la formación académica de la misma manera que ya lo hiciera Lippmann, pues vislumbran la posibilidad de que si no existen unas normas de verificación generalizadas y uniformadas, “la información independiente se sustituya por un comercialismo interesado que se deslice como noticia”.[2] Y encuentran una respuesta para anular tal posibilidad: “lo objetivo es el método, no el periodista”.[3]  

Además de ponderar la necesidad del carácter científico al equipararlo con otras ciencias, Lippmann formuló, como motivación para ampliar ese conocimiento, una influencia directa entre la democracia y el periodismo: “La prensa no es tan universalmente perversa ni tan profundamente conspiradora. Es demasiado frágil para hacerse cargo de todo el peso de la soberanía popular (…) En el mejor de los casos, la prensa es sirviente y guardián de las instituciones (…) La prensa no sustituye a las instituciones”.[4]

Las coincidencias de Kovach y Rosenstiel con el maestro americano continúan, cuando citan la noción  de «responsabilidad cívica» del periodista como totalmente necesaria para cimentar la conveniencia y necesidad de unos medios de comunicación independientes. Basando en la «teoría de la democracia» que tengan los periodistas como uno de sus principios fundamentales para la utilidad de la profesión, pues así se proporcionará “a los ciudadanos la información necesaria para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos”.[5] El periodismo anglosajón conforma su ética y deontología en base a esa «responsabilidad cívica». Como dicen Kovach y Rosenstiel, “los periodistas tienen una obligación con su conciencia personal”.[6]  

Por tanto, hace ya muchos años todos esos profesionales que entraron por la «tercera vía» y que forman un grupo de experimentados periodistas –como lo somos otros muchos–, han tenido tiempo de regular sus estudios en base a esa obligación con su conciencia personal. En años anteriores, la defensa de la inclusión de esa «tercera vía» se basaba en la ayuda hacia unos compañeros sin titulación, y de reconocida experiencia, para  que no fueran perjudicados o discriminados económicamente en sus respectivos convenios de empresa, pues realizaban el mismo trabajo que otros compañeros titulados. Y yo apoyé esa situación. Aunque también se acordó tácitamente que esos profesionales irían regulando sus estudios hasta «equipararlos» con los asociados titulados, con la ayuda de la FAPE.

Pero ahora estamos tratando de marcar la línea de inclusión en un Colegio Profesional que, recuerdo, se genera mediante una Ley y no mediante el acuerdo privado determinado por un grupo profesional con intereses comunes como una asociación; éstas, no tienen facultad para impulsar ley alguna. Pues esa línea, al igual que en el resto de Colegios Profesionales, se dibuja bajo el mismo imperio de la ley y el orden que cualquier sociedad avanzada aplica: el de los logros académicos.

Si de fracturas hablamos, creo que tal división en el colectivo vendría provocada por la total falta de compromiso de esos profesionales que no han concluido sus asuntos académicos, pues todo el mundo ha tenido tiempo de ponerse al día –y, por favor, que no se aduzcan motivos personales, familiares, de trabajo, o de cualquier otro tipo para diluir una responsabilidad que creo exigible­–. Si el intrusismo ha sido la lacra de esta profesión y nos ha llevado al borde del precipicio, no ha venido de la mano de aquellos que han invertido tiempo, dinero y esfuerzos en sus estudios universitarios.

Dejémonos ya de «terceras vías» y seamos serios de una vez por todas. Como dice la filósofa María Zambrano: “La historia de España no sigue a la del resto de Occidente; nuestro tiempo no es su tiempo, vamos antes o después, o antes y después -lo cual es tragedia-. España no ha aceptado su historia; hay tantas pruebas de ello...,”.[7] Apostemos sin complejos por la senda que ha permitido a otros países formar democracias y periodismos forjados con el metal de la «cultura democrática», y donde la simbiosis de experimentación y veteranía se acompañan no ya de estudios de Licenciatura o Grado, sino con estudios de postgrado para acompasar la práctica periodística con la investigación, dotando así a nuestra disciplina del peso necesario para convertirla en una reconocida Ciencia Social.



 
[1] W. Lippmann. Liberty and the News.  New Brunswick, N.J., and London: Transaction Publishers, 1995.
[2] B. Kovach and T. Rosenstiel. The elements of journalism: what newspeople should know and the public should expectNew York: Crown Publishers, cop. 2001
[3]  Ibidem.
[4]  W. Lippmann. Public opinion. New York [etc.]: Free Press Paperbacks, 1997.
[5]  Op. cit.
[6] Op. cit.
[7] M. Zambrano. España, sueño y verdad. Barcelona; Buenos Aires: Editora y Distribuidora Hispanoamericana, D.L. 1965.
 
 

Saturday, 5 May 2012

La prensa,¿moribunda?


Harry Raposo y Nuria Ruiz en RNE de Toledo. Diciembre 1989.

La prensa, ¿moribunda?
Por Pino Fontelos

 
Hace unos días, a punto de celebrarse un encuentro en Madrid entre grupos de comunicación internacionales para debatir sobre los nuevos retos de la industria periodística, el lnternational Media Council 2012, el periodista Juan Manuel Nieves nos ofreció una conferencia a los alumnos de la asignatura La Prensa en Internet, incluida en el Máster de Investigación en Periodismo: Discurso y Comunicación, de la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. El tema versaría sobre su actividad profesional en Internet dedicada a la elaboración de un blog de ciencia y tecnología en la edición digital del diario Abc, incluida en la perspectiva del nuevo periodismo y la información en tiempo real en la Red.
Consideró necesaria una explicación personal y refirió cómo, perteneciendo a la plantilla del citado diario desde hacía varios años, vislumbró la futura reducción de miembros en la redacción y se adelantó a un ERE, ofreciendo sus servicios de colaboración como un autónomo mediante un blog de información científica; una de sus pasiones “Ahora, voy por el tercer contrato y, encima, hago lo que más me gusta”, confesó.
Se definió como un radical en sus valoraciones de lo que viene sucediendo en cuanto al periodismo en la Red. Su salto hacia delante en la decisión adoptada hace tres años de crear y escribir en un blog -e ingresar en el Olimpo cibernético gracias a millares de visitas al sitio-, le ha dotado de visión e ideas propias. Y habló sin cortapisa alguna de lo ocurrido en este negocio.
“¿Crisis de la información? No, sino de la distribución de la misma. Además, bajan lo lectores, baja la publicidad –hasta un 40%-, baja la calidad de la información, mantenida por los novatos de la profesión y los grandes medios quieren ganar las mismas cantidades de dinero que antes. Y para eso venden DVDs, tabletas y lo que haga falta. Al menos, eso ha sujetado la caída de lectores en un 30%. Pero el negocio como se entendía ha cambiado totalmente”. Por ejemplo, en la publicidad, donde anteriormente existía una convención entre diarios y anunciantes, estimando los millones de personas que veían un anuncio en una página y aplicando una tarifa determinada a la misma. “En la actualidad, Internet demuestra con datos reales qué porcentaje de personas ven ese anuncio en la sección determinada de la página web”. Y aunque el modelo antiguo frena la llegada del modelo nuevo, se produce una paradoja: “La cuestión, antes, era saber qué se hacía con la web en el diario. Ahora la cuestión es saber qué se hace con el papel”.
De la profesión, entre otras cosas, habló de la actividad desarrollada en las redacciones digitales. “Lo que en las anteriores redacciones se consideraba pegar teletipos, es decir, ahora copiar y pegar delante de la pantalla, ¿se puede considerar periodismo? Es necesario apreciar el valor cualitativo de enfrentarse diariamente a una hoja en blanco. Y el hecho que lo demuestra es la réplica de la información que se produce en las webs. Lo difícil sigue siendo crear a partir de esa hoja en blanco”. Nos ofreció la fórmula de dar un paso atrás y observar el conjunto, junto a una reflexión: “Cualquier tipo de actividad basado en una minoría que decide el saber, el entretenimiento, la cultura…, está llamada a desaparecer”. ¿La clave? “No se trata de volver a la idea del periodista orquesta o multimedia de los años noventa, sino de valorar si tenemos algo que contar. En el periodismo de calidad y la especialización en la Red”.
Y para rematar, el radical de la Red se atrevió con el oráculo de pronosticar la muerte del periodismo de las empresas y el nacimiento del periodismo de los individuos. “¿Por qué entregar la energía vital a un moribundo en vez de aprovecharlo para uno mismo?”