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Tuesday, 8 November 2016
Saturday, 25 June 2016
26-J: K. O. DEFINITIVO AL POTSFRANQUISMO DEL PP Y PSOE
Fotografía de Muhammad Ali, tomada por Thomas Hoepker en Chicago, 1966. |
Por Vicente A. Fontelos.
Algunos llaman arquitectura
política a una Transición que permitió el paso de elementos políticos del
franquismo hacia la nueva y reciente democracia nacida tras la muerte del
Dictador. Incluso, algunos, participaron en la redacción del documento
constitucional que poseemos en nuestro actual régimen político. Cualquier
crítica a esa apropiación de «su» Transición, es respondida por los elementos
postfranquistas con un ardor digno del converso. Baste leer el discurso de
Areilza (p. e.: tutor político del actual Ministro de Exteriores) en el Teatro Coliseo
Albia, de Bilbao, en 1937: España ha recobrado la plena
independencia de su soberanía. En uso de
ella proclama bien alto su amistad hacia
los grandes países europeos amigos que en estas horas trágicas de cruzada
nacional están junto a nosotros, la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini
y el Portugal de Oliveira Salazar —de lo que no se retractó en cuarenta
años de diputado franquista, conociendo de sobra el exterminio nazi—. Comparándolo
con un artículo publicado en La Vanguardia (20/1/1980), titulado «El
Parlamento Europeo», donde cuenta su experiencia de primeros eurodiputados: Con
los parlamentos sucede siempre lo mismo. Por mucho que se quieran limitar sus
funciones serían recuperadas de modo inevitable a poco que sus miembros decidan
hacerlo. Inefable.
[1] N. d. A.: Lastly, the Pacts and Covenants, by which the parts of this Body Politique were at first made, set together, and united, resemble that Fiat, or the Let us make man, pronounced by God in the Creation.
Según la teoría de los levellers, durante la Revolución Inglesa
de 1688, cada generación podía citar sus derechos de nacimiento como
suficientes para recrear la sociedad en el modo que le pareciera adecuado. En Política
y perspectiva (2001), el politólogo Sheldon S. Wolin, explica la aportación
de Hobbes a la potencialidad del conocimiento político, cuando desarrolla su
idea de la construcción del “más grande de los poderes humanos”; el Leviatán
artificial “compuesto de los poderes de la mayoría de los hombres, unidos, por
consentimiento que puede usarlos todos según su propia voluntad —como es el
caso en el poder de una república—” (Leviatán,
cap. X). Es decir, pendientes de una sola voluntad soberana. Hobbes encuentra
esta idea de su filosofía política en el pensamiento cásico de la creación
política, sumada a una versión muy secularizada de la creación del estado de
naturaleza como acto de tipo divino del dios agustiniano.
«Por último, los Pactos y Convenios, por los
cuales las partes de este Cuerpo Político en principio, fueron hechas, reunidas
y unidas juntas, se parecen a ese Fiat, o al Hagamos al hombre, pronunciado por Dios en la Creación». (Hobbes,
1651: 1).[1]
Por tanto, la abolición del estado
de naturaleza sería un acto de tipo divino pero, en lugar de un dios, sería en
un cumplimiento debido a la «creación por el ingenio humano a partir de la
nada».
Cuando se comprende
al contrato social como la más alta expresión de creatividad política, es más
fácil evaluar el enorme influjo que tuvo sobre los escritores de los siglos
XVII y XVIII. El elemento de acuerdo voluntario ha sido tomado con demasiada
frecuencia como el significado total del contrato. Si recordamos que el
contrato fue posibilitado en primer lugar por un acto previo de emancipación
imaginaria que abolió tanto el presente como el pasado, podremos captar mejor
el entusiasmo que suscitó. A este respecto, Paine y Jefferson en Estados Unidos
y los escritores revolucionarios franceses fueron fieles ecos de Hobbes, al
insistir en que cada generación se considerara con derecho a recrear la
sociedad como le pareciera adecuado (Wolin, 2001: 266).
Y debemos incidir en esta última
frase, pues otros pensadores, como el liberal Locke, se mostraron contrarios a
esta idea de cambio en el contrato social, porque la naturaleza de dicho pacto
no podía ser vulnerada una vez realizado. Ello le llevó a encontrarse en una
flagrante contradicción frente a su visión secular del poder, puesto que la
herencia política volvería a poseer el significado de carácter divino; no bastando
para superarla, como sostenedora de una sociedad completa, el desarrollo
teórico de la herencia de la propiedad.
Por supuesto, Hobbes no solo se
mostró contrario al pensamiento de su compatriota, sino que desarrolló una
afirmación absolutamente novedosa y revolucionaria: es el hombre en sí mismo
quien puede convertirse en el creador de los significados del universo político.
El mismo Kant, en su opúsculo
titulado Contestación a la pregunta: ¿Qué
es la Ilustración?, publicada en 1784, cuando habla de la necesidad de libertad para lograr la Ilustración y
hacer uso público de la propia razón
en todos los terrenos, pone el ejemplo de una asociación eclesiástica que
impusiera un credo inmutable a fin de eternizarse.
Semejante contrato, que daría por
cancelada para siempre cualquier ilustración ulterior del género humano, es
absolutamente nulo e inválido (…) Una época no puede aliarse y conjurarse para
dejar a la siguiente en un estado en que no le haya ser posible ampliar sus
conocimientos (…) Tal cosa supondría un crimen contra la naturaleza humana,
cuyo destino primordial consiste en ese progresar; y la posteridad estaría por
lo tanto perfectamente legitimada para recusar aquel acuerdo adoptado de un
modo tan incompetente como ultrajante (Kant, 2004: Ak. VIII 39).
Los
valedores del postfranquismo de la Transición parecen empeñados en negarnos la
legitimidad de nuestra naturaleza humana para recusar los acuerdos que
entorpecen ese destino primordial. Tal vez, porque sus mentes crecieron en un
sistema político que no aceptaba el dotarse o cambiar los acuerdos de dicha
legitimidad. Solo por esto, deben ser alejados, a través de las urnas, de la
nueva vida política suscrita por las nacientes «multitudes inteligentes».
[1] N. d. A.: Lastly, the Pacts and Covenants, by which the parts of this Body Politique were at first made, set together, and united, resemble that Fiat, or the Let us make man, pronounced by God in the Creation.
Monday, 11 January 2016
FAREWELL, MAJOR TOM
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