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Entrevista de Hitler y Franco en Hendaya, 1940 (i). Los
alemanes izan la bandera nazi en la Acrópolis de Atenas, 1941.
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Por Vicente A. Fontelos.
Grecia es una República con el lema: «Ελευθερία ή Θάνατος». «Libertad o muerte».
España no.
Grecia participó en la Gran Guerra al lado de los aliados.
Su territorio fue invadido por tropas alemanas y austríacas, pero los griegos ofrecieron
una valerosa lucha para evitar que llegaran a las costas del mar Egeo, y lo
consiguieron.
España, fue neutral, pero en su mayoría era germanófila.
En 1940, Italia declaró la guerra a Grecia, pero el pueblo
griego detuvo a los fascistas de Mussolini. Hitler intervino para ocupar el
país en 1941 y los nazis amenazaron con bombardear la Acrópolis hasta su total
destrucción. Los griegos ofrecieron una valiente resistencia (especialmente de
los comunistas), protagonizando acciones heroicas contra las tropas alemanas como
la voladura del puente de Georgopotamos. Miles de judíos griegos (especialmente
de Salónica) fueron enviados a los campos de exterminio de Auschwitz y Treblinka.
De los casi 60.000 judíos griegos deportados, sobrevivieron solo 200.
España apoyó a sus amigos de Alemania e Italia, como
declararon importantes dirigentes; falangistas como José María de Areilza, en
1937; o el propio dictador
Francisco Franco y su famosa entrevista en Hendaya, en 1940, con su homólogo
nazi, Adolf Hitler.
Grecia sufrió un golpe de estado militar en 1967, conocido
como «de los Coroneles», con apoyo tibio del rey Constantino. La oposición a la
dictadura originó su fuerza en las revueltas estudiantiles, como los incidentes
de la Escuela Politécnica de Atenas, en 1973. La dictadura griega cayó en 1974.
Se restableció la constitución de 1952 y en un referéndum los griegos aprobaron
la república. El rey Constantino, hermano de Sofía de Grecia, fue visto por los
griegos como un colaborador del golpe de los militares, y abandonó Grecia junto
con toda su familia. El Estado griego confiscó los bienes de la Familia Real
griega y «Los Coroneles» fueron condenados a cadena perpetua.
En España, la hermana del rey Constantino se casó con Juan
Carlos de Borbón, en España. La dictadura franquista, legitimó en un referéndum
la figura de los príncipes Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, siguiendo
el espíritu de los Principios del Movimiento, en su punto número VII: “El
pueblo español, unido en un orden de Derecho, informado por los postulados de
autoridad, libertad y servicio, constituye el Estado Nacional. Su forma
política es, dentro de los principios inmutables del Movimiento Nacional y de
cuanto determinan la Ley de Sucesión y demás Leyes fundamentales, la Monarquía
tradicional, católica, social y representativa”. El dictador Francisco Franco
murió en la cama, en 1975; y el príncipe fue nombrado Rey, jurando en las
Cortes Franquistas esos mismos principios de la Dictadura, en 1975. Tampoco nos parecemos en la cuestión de los sucesores legítimos hereditarios de la jefatura del Estado —la dinastía histórica de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, en su orden regular de primogenitura y representación—, que se han enriquecido durante la vigencia del régimen político de la Monarquía parlamentaria, con corrupción incluida.
Evidentemente, España no es Grecia, como decía el
pusilánime Mariano Rajoy. Cuyo padre político, Manuel Fraga, se amamantó en
política de manos de un régimen político que jamás se enfrentó contra el
nazismo o el fascismo, como lo hicieron los griegos o esos 500.000 soldados
americanos que murieron en la Segunda Guerra Mundial luchando en guerra contra
Hitler, y que honran con sus cruces la mayoría de las carreteras secundarias de
Europa. Tumbas que no caen en el olvido —«como Algo perteneciente al pasado»— ni
de sus familiares, ni de los países europeos, porque significa un sacrificio
recordado con orgullo, año tras año, por las poblaciones de esos países, como
demostración por la valentía de esos millones de hombres y mujeres que
entregaron su vida por la causa de la democracia, contra el monstruo nazi y
fascista que quiso encadenar su libertad.
Evidentemente,
Grecia no es España. ¡Y ya quisiéramos poseer ese patriotismo y valentía! Con
el resultado del «No» en el referéndum del hermano país europeo griego, han mentido
aquellos dirigentes políticos que han dicho: con dicho resultado Grecia saldría
del Euro. Falsedad, porque legalmente es imposible. Y en cuanto a salir de la Unión Europea... ¿Qué
país puede erigirse en «Ser» más europeo sino aquel que, a través de sus
ciudadanos y filósofos, creó en la Grecia antigua la idea de Occidente y Democracia? Tal vez, la dimisión debieran planteársela, en los países de la Unión
Europea, aquellos jefes de Estado o presidentes de Gobierno que no poseen
ninguno de los atributos descritos.